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Mostrando las entradas de julio, 2008

Asedio fallido al castillo del miedo

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Arrojé un puñado de sal, en los arados de la duda. Derramé veneno en el aljibe de la razón. Apilé los cráneos de mis difuntos miedos, en el pórtico que adorna la puerta sin llave.  Reuní a mis guerreros y me despedí evitando formalidades. Sólo después, pude contemplar las llamas del hades, cubriendo los restos de un pasado, refutable. Hostigado por férreos fantasmas mutilados, la mano del averno rasguñaba mis talones.  Derrotado, volví a la que creía mi tierra. A rastras, con sangre ajena en mi capa, llegué escuchando los reproches de los que nunca se conmovieron ante una arenga. Reproches y más reproches. Me sentí vacío. Dicen que un hombre que esta fuera de su hogar está incompleto; pues un hombre que no tiene hogar, talvez está muerto.  Hoy me acuesto en la hierba y contemplo las nubes. Siempre es un buen día para partir y dedicarse a contar ovejas. Si fuera tan fácil.

Atesorando recuerdos perdidos

Abriste la vieja puerta de rejas, pero todavía estás muy lejos de la aldaba de la fantasía. Parado en el jardín de lo absurdo, te deleitás con los sinsabores, entre “lo cierto” y “lo falso”, pero no te atrevés a dar un paso más. Saltando los charcos de una amnesia acumulada, intentás hallar el hábitus perdido del juego. ¿Donde quedó tu incandescencia por transcurrir las andanzas enfrascadas en los libros de cuentos, hoy apilados en tu viejo y húmedo ático? Caen a tu alrededor las amargas manzanas de la verdad, aunque hoy ya no contienen el veneno que te anestesió... Ya no tienen forma de corazón. Podés tocar la fría mano de tu tuerta muñeca de plástico, que moría lentamente mientras atendías otras urgencias. Encontrás un luchador desarticulado en el fondo del armario y esbozás una macilenta sonrisa, casi por inercia. Ya sos grande. Buscando señales, sentís el aroma a tierra mojada y recordás la frescura de los pies en el barro una tarde de lluvia, con su arco iris coronando el misterio

Todo

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La flor no se eclipsa ante el alud. Erguida, acepta el más hosco de los destinos. Entre la sabia derramada, los blancos copos, hilos de la sábana que cubre el prado, nievan sin caer en la duda. Los fríos bosques, no desean ser selvas, ni los ríos que fluyen bajo la escarcha, esperan otra cosa que renacer en la sal. Los peces no celan el cielo, ni las aves el mar. Aparentes, las tensiones de la naturaleza, se desdibujan en un todo. Hemos sido los hombres, quienes encarnamos el peor de los defectos, el juicio. 

Genios

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En tiempos donde las lámparas vienen de 100 o 75 watts, los genios han tenido que migrar a cavidades más acogedoras. Maestros del camuflaje durante siglos, es compresible que estos seres hayan decidido ocultarse aún más, en un presente donde la información viaja a la velocidad de la luz. Algunos se mudaron a viejas cartucheras de la lata, concediendo respuestas a todo tipo de exámenes. Cabe destacar, que los genios no son buenos para las matemáticas, por lo que han llevado a muchos, a reprobar desastrosamente. Uno de los más conocidos es el genio del buzón de correos, que lleva cartas alrededor del mundo. Aunque, últimamente, ha perdido popularidad por la invención del fax y el e-mail. Otro genio desafortunado es el de la caja de vino, tantas veces golpeado, confundido con seres ilusorios, generados por el exceso de alcohol. Los más débiles suelen encontrarse en latitas y botellas de gaseosas, dejando sorpresivos mensajes a sus amos como: “vale otra” o “ganaste un Mp3”. Sin dudas, l