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Mostrando las entradas de enero, 2008

Adicto al juego

Quien tuvo alguna vez puesta una camisa de fuerza sabe como me siento. Estoy sentado en la esquina de una sala, de mí sala. La sala 22, o simplemente, el calabozo. Me gusta llamarle así cuando encarno la vida de un pirata. Es un huevo gigante, cuando soy un pájaro que golpea con su pico las paredes blancas. Es mi palacio, cuando soy el príncipe de Persia, y a veces, me conformo con pensar que es un gigante malvavisco, que tengo que terminar de comer para salir y ser libre. Ha sido tantas cosas en estos años, y yo he sido tantos, que a veces suele pasar que llegan los piratas a condenarme a caminar por la tabla, y se encuentran con un príncipe, o llegan mis esclavos desde Arabia y se asustan al ver al pájaro gigante, huyendo despavoridos. Si bien he escapado de la muerte muchas veces gracias a las confusiones de los personajes, o de los mundos, he perdido oportunidades valiosas de escapar también. Que hago aquí, se preguntaran ustedes. ¿Que es lo que hacen ustedes ahí?, me pregunt

A Marte, historia de Dioses resentidos

No puedo decir que sean míos, Todo lo contrario, esos brujos me poseen. Eran tiempos de paz en el imperio, la tristeza de Marte era el regocijo del pueblo. En sus aposentos caminaba inquieto, despotricando contra los demás dioses. -Maldito seas Júpiter, tu que reinas y eres amado y temido por todos. -Maldito Neptuno, que te regocijas con las ofrendas de pescadores alrededor del mundo. –Maldita Venus que bebes suspiros y haces perder sus cabales hasta a los mismos dioses. A mí solo me queda la sangre, unos minutos de sangre que luego me son robados por Plutón, Maldito tu también, señor de los muertos. La impotencia llevo a Marte a sentarse en una piedra a llorar. Esa fue una época de grandes lluvias y terremotos. Los llantos de ira y los golpes de espada que propinaba contra las rocas llegaron a oídos de Cupido. Nadie sabe si fue por su naturaleza romántica o por efecto de algún elixir extraño que él mismo estaba probando, pero Cupido se compadeció de la desgracia de Marte y le propu

Imaginación

Imagen
  No se por que, imaginé, que estábamos unidos, y me sentí mejor Estaba tratando de escribir sobre la imaginación, ya tenía una idea… era buena, creo, uno nunca hace un juicio justo con las ideas que siente propias. La cuestión es que la idea estaba tomando forma. Lo poco que puedo recordar de la idea de mi yo del pasado, por que debo aclarar que esa idea ya no es mía, es lo siguiente: “La imaginación es el arma que tienen los artistas para enfrentar la cruda realidad” No viene al caso. Ya había escrito una hoja, o media. La verdad no se bien. La mente a veces engaña, las cosas que recordamos suelen ser mas grandes o mas pequeñas que lo que eran, si es que eran. Tenía media hoja, supongamos, y de repente: se reseteó la PC . No se por que esta vez, pantalla azul, luego negra y obviamente: no había guardado el archivo. Esta manía de los escritores modernos de usar la computadora, el papel nunca ha traicionado a un escritor. Las lapiceras a veces se quedan sin tinta y ju

Pliegues

Los pliegues se originan por esfuerzos de compresión sobre las rocas que no llegan a romperlas; en cambio, cuando sí lo hacen, se forman las llamadas fallas. I A veces estamos rodeados de cuerpos, formas y colores, pero todavía nos sentimos solos. Esta nueva forma de soledad es mucho más penetrante y triste que la antigua soledad. La vieja soledad por lo menos llega vestida de esperanza, tranquila como la muerte, profunda y vacía. II A veces no podemos salir o no queremos salir, pero sabemos que nuestra morada carece de paredes o techo. Golpeamos esos bloques de nada con fuerzas tibias, cómplices de nuestro propio fracaso, y nos quedamos adentro jugando una interminable partida de damas contra el miedo. III A veces la verdad no duele tanto, ni tan poco. Deseamos muchas veces la fatalidad antes que la duda, deseamos que todo termine. Arrodillados ante el verdugo, esperando que arranque junto con nuestras cabezas e