10 Cuadras
A cada paso el cemento parecía mas duro,
más sólido, más impenetrable,
De pronto los vi.
Los vi encerrados, amontonados,
Custodiados por decenas de lanzas.
Rejas. Que palabra tan horrible.
Los vi presos, en sus corazas de hierro,
echando humo,
aturdidos,
por los decibeles de incalculables ruidos,
los vi,
y me vi reflejado en ellos.
Fue una Implosión, lloré.
Ahí comprendí:
Ya de pequeños nos ponen zapatos para que no pisemos la tierra. Y crecemos huérfanos, vagando por calles grises, atormentados por letreros de “NO PISAR EL CESPED”.
Un día nos descalzamos y el cemento nos quema. Rápidamente nos ponemos de nuevo los zapatos y deambulamos otra vez, y olvidamos. A veces nuestra madre llora, pero nos aseguramos que sus lágrimas no arruinen nuestras ropas. Tal vez un día llegamos a odiar la lluvia. Adoptados por los hombres olvidamos nuestra orfandad.
Comentarios