Tinta ajena
Trataron de detenerme, cortando mis piernas. Ya no podía correr, pero aprendí a escribir. Furiosos e insatisfechos desmembraron mis brazos. Nada me impedía todavía, arrastrarme hacia mis sueños. Finalmente censuraron mis palabras, mi torso, mi sombra. Sinembargo, no pudieron destruirme. Mi mente, existe en las viejas ideas, sueños y temores. Ahora, desparramados en los recuerdos de las personas, como un trozo de la infinita conciencia social. Mi corazón, vive en todos los afectos y aversiones, que he sembrado en mi paso por la tierra. Mi alma, está en algún otro lugar, susurrando este escrito, a algún simple mortal.