413 Años después
Verona, se dibuja en mi mente, decorada por la pluma de los poetas. Un clima de Reyes, balcones y catedrales, con soldados lentos, persiguiendo a paladines regresando de sus amoríos nocturnos. Los dramaturgos desde los rojizos tejados, en compañía de las ratas, narran los cruces de espadas. Entre amores imposibles, la sangre, un río de pasión y lágrimas, se vierte cada noche en actos de arrojo. El veneno, el más profundo símbolo del amor eterno. Salgo a la calle y no puedo encontrar esos paisajes por ninguna parte. Los tejados ya son muy altos como para ver a los poetas. Soldados azules, sin espadas, patrullan las calles bajo las órdenes de mercaderes y viajantes. Los hombres no respetan reyes ni reinos, se matan unos a otros sin claras razones, evitando mirarse a los ojos. Los dramaturgos han quedado sin trabajo, ya que el pueblo venera a los bufones. El veneno acabó con las últimas ratas. Por las calles se escucha, que no se puede morir de amor.