¿Crées que nos conocimos por Azar?

No puedo creer que exista una razón para que yo esté hoy aquí. No aceptaría siquiera que hay ciertos sucesos que deban pasar en mi vida necesariamente, excepto, claro, aquellas cuatro viejas verdades biológicas del budismo: el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte.
Si las cosas pasaran por algo, si hubiera un plan escrito de antemano, un destino, un camino trazado por alguna inteligencia donde tengamos que conocer a tal o cual persona, sentir tal o cual pasión o ir a tal o cual lugar, se rompería lo más bello e inherente de éste mundo: que hay miles de caminos posibles, miles de formas de recorrerlos, miles de otros que pueden afectarnos en miles de modos diferentes.
No es que haya sólo ciertas personas especiales que puedan enseñarnos cosas, y que hayan sido puestas en nuestro camino para ayudarnos a seguir. Podemos componernos casi con cualquier otro, porque todos somos humanos, y tenemos mucho más en común con otros que lo que nos separan las diferencias culturales, religiosas, raciales; las cuestiones de fe, las cosmovisiones, los gustos.
Caminando atentos, mirando, escuchando, podemos aprender de cualquiera, porque todos han sufrido y tenido que vivir de las buenas y de las malas. Así que cada uno lleva una mochila cargada de hermosos tesoros, de esos que se pueden compartir.


Lo más bello e inherente de éste mundo es la eterna lluvia de átomos de Epicuro, el divino azar. Aquel que promete todas las posibilidades, que muestra que lo impredecible puede pasar y que el límite, muchas veces, no siempre, lo ponemos nosotros. Los dados no están cargados, podemos batirlos y tirar de nuevo, para ver que pasa. 

Comentarios

Shadow Shinee dijo…
volviste ! y que manera. Me gusto mucho tu escrito Fran. Abrazo !
Eyy! Tanto tiempo de desencuentro... me encantó esto!
Estoy cerca de la recibida, así dentro de poco prometo volver a la escritura, a lo creativo... Por lo pronto le clavé un cambio estético al blog, jeje!

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