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Futurro

Hola Mary, ¿Cómo estás?  Hoy estuve hablando con Ts'ang Chieh y no confío del todo en ella, siento que me manipula. Acierta demasiado en las sugerencias, ¿Cómo hace siempre para saber exactamente lo que quiero? Voy a dejar de hablar con ella unos días, aunque después se enoje. Y ya se que te parece paranoico que te escriba una carta de puño y letra como hacían en el siglo XX, pero es la única forma que me siento seguro. Por favor no me contestes si no es por este medio ni le saques fotos a la carta para guardarla en la nube. Tampoco me siento seguro ya de hablar en voz alta de esto porque los teléfonos nos escuchan. ¿Te acordás el otro día que te pregunté en la cola del pan si tenías una sopapa? Bueno, ahora me aparecen anuncios de sopapas todo el tiempo. Es eso o me está fallando la memoria. Yo no sé a donde termina todo esto, pero viste que cada vez hay menos cosas en el super. Seguro se está viniendo otra crisis, y todo culpa de los chinos. Y no es que soy racista pero desde los...

Desconectados

Estamos en una fiesta. Hay gente rica por todos lados, vestidos largos, boinas, pipas, camperas de cuero. Difícilmente uno podría darse cuenta de qué época es si no lo supiera con certeza. Sol me dice que nos invitó Climent, que ya va a aparecer. Yo me impaciento un poco, no me gusta la gente desconocida y drogada con sintéticas, me cuesta conectar con su fiesta. Climent aparece y nos saluda. Es un buen tipo, una vez trabajé para él, pero es de esa gente que está en sus cosas y tampoco dice mucho cuales son. Nunca tiene tiempo, te habla apurado, se ríe y se va a otro lugar, debe tener que saludar a mucha gente. En mi cara el tedio ya es evidente y logro convencer a Sol de que nos vayamos. Salimos, hace frío, y con una seña paramos un taxi.  Vivimos con amigos en una casa okupa. Esas cosas que uno hace cuando está viajando. La casa es muy blanca por dentro, con piso de madera, tiene varios sofás y un robot de menos de un metro en buen estado, al que llamamos robotina porque es rosa ...

¡Oh Místicos!

Cuantas cosas misteriosas nos pasan día a día, estamos pensando en alguien, y ese alguien nos manda un mensaje, tarareamos una canción en nuestra mente y alguien, dos minutos después, la canta en voz alta, nos reencontramos con aquellos que creíamos no ver nunca más en los lugares menos pensados, encontramos tirado un paraguas en la calle en un día de lluvia. Pero, ¡Oh, místicos! No se equivoquen. Lo maravilloso de esas cosas es precisamente que sean. En su acontecer reside lo fantástico. Pero nuestro racionalismo, a veces, nos lleva a tratar de explicar porqué suceden. Y ahí caemos en el misticismo: energías, causas finales, porqués y planes divinos. Y luego creemos que lo maravilloso del mundo es lo místico y no el mundo en si mismo, y que el mundo seria terrible sin el misticismo. Al contrario, Místicos, por favor, devuélvannos el mundo, así solito, con todas sus maravillas inexplicables, es lo suficientemente mágico como para no requerir dualismos. Incluso las explicaciones mat...

Hacer las cosas bien

En muchas ocasiones he escuchado a la gente decir "Ami, cuando hago algo, me gusta hacerlo bien" o, en otras versiones como: "Cuando yo hago algo, lo hago bien" o, también, "Si lo tengo que hacer, lo hago bien". Al contrario, yo no soy de esos. Me gusta hacer las cosas más o menos y hasta, algunas veces, me gusta hacerlas mal, para ver que pasa. No es maldad, es mera curiosidad. Sin embargo, algunas veces las cosas me salen bien, y si me salen bien gratuitamente, hay que poner un poco de esfuerzo para que queden más o menos, así que no me acusen de perezoso, porque trabajo tanto como ustedes, quizás más. Así voy por el mundo haciendo las cosas más o menos, que es algo que siempre me sale bien. Lo cual resulta paradójico porque, si hago todas las cosas más o menos, el hacer las cosas más o menos es algo que hago bien, y no más o menos. Entonces, ya no son todas las cosas las que hago más o menos, sino todas menos una, que es hacer las cosas más o menos. ...

¿Crées que nos conocimos por Azar?

No puedo creer que exista una razón para que yo esté hoy aquí. No aceptaría siquiera que hay ciertos sucesos que deban pasar en mi vida necesariamente, excepto, claro, aquellas cuatro viejas verdades biológicas del budismo: el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Si las cosas pasaran por algo, si hubiera un plan escrito de antemano, un destino, un camino trazado por alguna inteligencia donde tengamos que conocer a tal o cual persona, sentir tal o cual pasión o ir a tal o cual lugar, se rompería lo más bello e inherente de éste mundo: que hay miles de caminos posibles, miles de formas de recorrerlos, miles de otros que pueden afectarnos en miles de modos diferentes. No es que haya sólo ciertas personas especiales que puedan enseñarnos cosas, y que hayan sido puestas en nuestro camino para ayudarnos a seguir. Podemos componernos casi con cualquier otro, porque todos somos humanos, y tenemos mucho más en común con otros que lo que nos separan las diferencias culturales,...

Rivera Indarte

La empedrada no oculta la naturaleza del lugar, la calle. Rivera Indarte, para los que alguna vez se detuvieron ante el letrero. Allí se encuentran las más finas sedas, amalgamadas con el 40% poliéster. Los pasos de mocasines, guardapolvos, tacos y corbatas, que corren sus anónimas maratones cotidianas, para subir a los colectivos, pagar las facturas, llegar a tiempo al trabajo o a la escuela. En ese camino de pasos de peatonal, se esconde el mundo. Cobijado entre cartones, ofreciendo estampitas por una moneda, el mundo sostiene a un hombre sin manos. Luego, los peatones me preguntan: ¿Por qué filosofía? y ríen.

Hidra

Hoy en día se nos trata de convencer que los héroes no existen. La principal diferencia entre las garras del tigre y la inteligencia del hombre es muy evidente. Si un tigre no utiliza sus garras, muere de hambre. En cambio, si un hombre no utiliza su principal capacidad natural, su inteligencia; un segundo hombre -inteligente y ambicioso- pondrá la voluntad del primero a su servicio. Este primer hombre, transmuta en una herramienta, en una simple extensión de la mano del hombre ambicioso. Sería un acto muy noble, si todas las personas que afirman «no me gusta pensar demasiado» revirtieran su condición, tan solo para que la mano del hombre ambicioso no se convierta en una hidra, que devore sin piedad, a los últimos hombres libres.

Errante

No vive en tierra esperada, no acusa ningún deber, nada más puede haber, la vida le ha sido dada. Aroma a tierra mojada, cuerdas, voces y risas, sueños desechos en trizas, besos de alguna amada. No encontrará un camino, donde arrastrar su sombra, vuela como la alondra. Luego, no habrá destino. Duda siempre del oro y de la mano barajada. Entre muleta y espada, siempre ovaciona al toro. No será paraíso, sólo, tierra y ceniza. Vaga, ebrio de risa, aquel caro a Dioniso. Sin las gibas del camello, devora hombres el león. De un niño será su bastón, cuando pueda olvidar lo bello.